Home » » Señor, que los bienes materiales no cieguen nuestro corazón

Señor, que los bienes materiales no cieguen nuestro corazón


XXV domingo del tiempo ordinario

Qué complicados son los bienes materiales, pues muy fácilmente nos pueden apartar de los bienes más sublimes. El desorden en las cosas materiales se canaliza especialmente por los pecados de la envidia y la avaricia, lo que implica un mal para la propia persona, pero además es causa de injusticias y abusos contra los más indefensos. Los pecados de la lujuria, la pereza e incluso de las desatenciones en el culto a Dios son muy graves, pero nada enciende tanto a Dios como los abusos contra el inocente e indefenso, sea en el modo que sea; de ahí el rigor de las sentencias: “Escuchen esto los que buscan al pobre solo para arruinarlo… disminuyen las medidas, aumentan los precios, alteran las balanzas y hasta venden el salvado por trigo… el Señor, lo ha jurado: No olvidaré jamás ninguna de estas acciones (Amós, 8, 4-7)”.

Jesús, por su parte, señala en el evangelio: “Los que pertenecen a este mundo son más hábiles en sus negocios, que los que pertenecen a la luz” (Lc. 16, 8), pero lo material no resuelve la vida. En realidad, el que desde lo material diseña su vida ¿Hasta dónde puede llegar así? ¿Cuáles pueden ser sus logros? De verdad es increíble la manera como el dinero puede complicar la vida personal, la vida familiar y la vida de fe. Podemos pensar, por ejemplo, desde quien roba o vive de los demás, hasta quien puede comprar de manera compulsiva o sin necesidad, lo cual siempre genera trastornos familiares. Pensemos igual en quienes pueden tener mucho de qué comer pero no se dan tiempo para compartir la mesa en familia, quienes tienen en casa una bonita sala pero ésta no es un lugar de encuentro.

Por eso Jesús mismo nos da un consejo práctico y sensato: “Con el dinero tan lleno de injusticias gánense amigos que, cuando ustedes mueran, los reciban en el cielo” (Lc. 16, 9). El mal administrador que nos presenta el evangelio de San Lucas, fue hábil para prevenir quien lo recibiera en su casa cuando el amo lo corriera del trabajo; es decir; él estaba previniendo un futuro, pues lo mismo nosotros, pero no pensemos solo en un futuro inmediato, temporal, sino en uno eterno: “Gánense amigos que, cuando ustedes mueran, los reciban en el cielo”. Usa lo que tienes para mantener más unida a tu familia, ahí está su salvación; pero también úsalo para compartir con los necesitados, en ellos tienes al mismo Cristo.

No puedes pensar en que Dios no tiene nada que ver con tus asuntos o tus negocios, recuerda que todo el tiempo y cuanto existe es de Dios y Él nos permite administrar. Puedes estar en el trabajo o en los negocios y si ahí actúas con responsabilidad, justicia y caridad, ahí también te santificas. De Dios nos llenamos en la oración y en los sacramentos, pero a Él lo honramos en todo lo que hacemos. No vivas para lo material, vive para Dios, para tu familia y en general para los demás, y desde ahí lo mismo material alcanza otro orden.

“En resumen, no se puede servir a Dios y al dinero” (Lc. 16, 13). El dinero es un medio, no puedes consagrarle tu tiempo y en general tu vida. Dios es el máximo fin y hacia Él puedes caminar haciendo buen uso de lo material.

Pbro. Carlos Sandoval Rangel
Comparte este articulo :

0 comentarios:

Publicar un comentario

 
Soporte : Diocesis de Celaya | OFS en Mexico | Sacerdotes Catolicos
Copyright © 2013. Padre Carlos Sandoval Rangel - Todos los Derechos Reservados
Sitio creado por Pastoral de la Comunicacion Publicado por Sacerdotes Catolicos
Accionado por El Hermano Asno