Home » » Ojalá todos fuéramos profetas

Ojalá todos fuéramos profetas


XXVI domingo del tiempo ordinario

Corrieron a avisarle a Moisés que en el campamento había dos hombres profetizando y le pidieron que por favor se los prohibiera, a lo cual él responde: “¿Crees que voy a ponerme celoso? Ojalá que todo el pueblo de Dios fuera profeta y descendiera sobre ellos el espíritu del Señor” (Nm. 11, 29). Algo similar sucede en el evangelio: “Juan le dijo a Jesús: Hemos visto a uno que expulsaba a los demonios en tu nombre, y como no es de los nuestros, se lo prohibimos. Pero Jesús respondió: no se lo prohíban, porque no hay ninguno que haga milagros en mi nombre, que luego sea capaz de hablar mal de mí. Todo aquel que no está contra nosotros está a nuestro favor” (Mc. 9, 38ss). Con esto queda claro que “el don de Dios” no está sujeto ni a lugares, ni a personas, ni a circunstancias; Dios no le pertenece a nadie en propiedad. Él mismo quisiera que toda persona tuviera la disposición de valorar la verdad de su palabra y disposición también para compartirla con el mundo.

Las necesidades del mundo, hoy más que nunca, son tantas y cuánto quisiera Dios que todos nos decidiéramos a ser sus profetas, como sucedió en tiempo de Moisés y en tiempo de Jesús. Pero ser profeta no es fácil, eso implica navegar contra corriente. No es fácil pero vale la pena y el mundo nos necesita. Los apóstoles, los evangelizadores de cada tiempo y cada parte del mundo, los grandes santos como Francisco de Asís, los mártires mexicanos, los personajes recientes como Teresa de Calcuta y Juan Pablo II y en general los profetas de cada momento a veces han tenido que pagar con su vida, pero cuánto bien han hecho a la humanidad, cuántos buenos frutos hemos podido cosechar gracias a ellos.

Ser profeta es hablar y actuar en nombre de Dios, pero es sobre todo permitirle a Dios que Él hable y actúe a través de nosotros. Ser profeta es permitirle a Dios que trasforme nuestro corazón, que ilumine nuestra mente, para que nuestra vida sea un signo de su presencia. Ser profeta hoy es hacer presente a Dios en el hogar, en el trabajo, en la diversión, en la escuela y en cada espacio donde el hombre vive y actúa. Pero el profeta hoy tiene un matiz peculiar, debe ser el S. O. S. de la humanidad injustamente maltratada, necesitada de un profundo humanismo, urgida de que la persona vuelva a ser lo más significativo, lo más valioso.

El Papa Benedicto XVI, con la proclamación del año de la fe, nos recuerda que, hoy que muchos sectores de la sociedad viven una profunda crisis de fe, lo cual afecta a muchas personas, “urge hacer resplandecer la Palabra de verdad que el Señor Jesús nos dejó”. Señala el Papa que, igual que la samaritana, “también el hombre actual puede sentir de nuevo la necesidad de acercarse al pozo para escuchar a Jesús, que invita a creer en Él y a extraer el agua que mana de su fuente” (Porta Fidei).

No tengamos miedo ser los profetas de hoy, muchos con la biblia en la mano, muchos predicando en los templos o en las casas, pero muchos más siendo testigos de la verdad, viviendo la justicia, dando esperanza y ofreciendo contenido ahí donde Dios se ha vuelto insignificante. Urgen profetas que hagan resplandecer la verdad en esos nuevos areópagos donde se toman decisiones que afectan a todos y donde se generan las mentalidades y las inercias que mueven al mundo.

Que jamás, en nombre de una presunta pureza religiosa, se le pongan barreras a aquellos que, con rectitud de corazón, desean cooperar en una razonable humanización del mundo.

Pbro. Carlos Sandoval Rangel
Comparte este articulo :

0 comentarios:

Publicar un comentario

 
Soporte : Diocesis de Celaya | OFS en Mexico | Sacerdotes Catolicos
Copyright © 2013. Padre Carlos Sandoval Rangel - Todos los Derechos Reservados
Sitio creado por Pastoral de la Comunicacion Publicado por Sacerdotes Catolicos
Accionado por El Hermano Asno