Cómo vibra el corazón cuando escuchamos el fervoroso grito de ¡Viva México! Y como no habría de ser así cuando se trata de una expresión que recoge los sentimientos de los que se sienten victoriosos, pero también el de los que desearían que nuestra historia fuera diferente. ¡Viva México! recoge el sentimiento de los que piensan que estamos bien, pero también de los que amamos nuestra patria y la amamos tanto que trabajamos todos los días con la firme convicción de que puede y debe estar mejor.
La historia de México no ha sido fácil, está marcada por gente con visión, ilusión y valientemente luchadora, pero también, en cada una de sus etapas, se contrasta con aquellos que traicionan y buscan los intereses propios. México es toda la gente bella y trabajadora, que con enorme corazón trabaja y construye, pero también se oscurece por los abusivos, los que siempre quieren sacar ventaja en las aguas revueltas.
En 1810 sonó la campana de Dolores y se dio el grito del inicio de un movimiento que aun no termina, ni debe terminar, pues la libertad nunca se logra de una vez por todas, la libertad se conquista todos los días. Todos los días surgen nuevas esclavitudes, pero también, a Dios gracias, todos los días surgen nuevos héroes que nos empujan y nos llaman a caminar por el único camino digno, el de la verdadera libertad. Los héroes del pasado ya hicieron lo propio y nos mostraron que sí es posible un pueblo diferente, pero a México no le alcanza con recordar y gritar lo que ya es historia, la historia debemos continuarla y escribirla con amor y decisión todos los días.
Nuestros héroes hace más de 200 años nos abrieron un nuevo horizonte: el horizonte de una patria libre. Ellos rompieron un muro muy pesado, la opresión de un poder extranjero que nos privaba de soberanía, de decisiones propias, que se apropiaba injustamente de lo que nuestra gente producía, un poder que no permitía que resplandeciera el talento y la creatividad propia de los habitantes de este suelo bendito por Dios. El movimiento de independencia continua, por eso hoy debemos tocar nuestro corazón con la mano y reconocernos, como cantamos en nuestro himno nacional: que, cada uno, somos un soldado que Dios ha puesto en esta bella patria para defenderla, para hacerla libre.
El camino aún no termina, necesitamos vencer y conquistar a nuestros enemigos, necesitamos rescatar nuestra patria. ¿Pero, quiénes son nuestros enemigos? Son aquellos que han desertado durante el camino y ahora se vuelven contra nosotros. Desertaron de la lucha para tomar el camino de la indiferencia, del conformismo, de la apatía. Nuestros enemigos son aquellos que durante años han creado sistemas que secuestran a nuestra nación y trabajan por sus propios intereses, nuestros enemigos son aquellos que han traicionado los valores y las instituciones como la familia, el valor de la persona, entre otros.
Hacer patria, ser los soldados que Dios puso en esta tierra, significa retomar nuestras convicciones, trabajar asiduamente por hacer valer los principios que por naturaleza nos pertenecen. Quizá no exista nada más trágico que los engaños padecidos por la corrupción o la falsificación de la esperanza, que en el fondo no promueven el amor al hermano, el amor a la familia, el amor a la patria y el amor a Dios.
Pbro. Carlos Sandoval Rangel
0 comentarios:
Publicar un comentario