Home » » El buen cristiano siempre está dispuesto a romper esquemas y paradigmas

El buen cristiano siempre está dispuesto a romper esquemas y paradigmas


XVI domingo del tiempo ordinario

Subrayando el valor absoluto que representa cada persona, por el mero hecho de ser persona, nos dice el Concilio Vaticano II: “El ser humano es sobre la tierra la única creatura que Dios ha querido por sí misma” (G. S. 24); todos los demás seres son medios que sirven a la persona, pero la persona cumple su fin en sí misma. Por eso, como decía el filósofo alemán Emanuel Kant, al ser humano nunca lo podemos buscar como medio, sino siempre como fin. En estos sabios principios se fundamenta el verdadero humanismo, la cultura auténticamente humana, la civilización más elevada; son principios que se colocan por encima de cualquier código y tradición; más aún, todo código y tradición se vuelven válidos y legítimos solo en la medida que estén al servicio de la persona, por lo que si en algún momento van contra la esencia de ella, entonces pierde su valor.

Esos principios humanos, que Dios quiso desde siempre, fueron el órgano rector del ministerio de Cristo aquí en la tierra y por tanto deben ser el órgano rector de todo buen cristiano y de toda persona que actúa en recta razón. Pero vivir estos principios que privilegian la persona por encima de todo, implica que en determinadas circunstancias tengamos que romper paradigmas, esquemas, visiones religiosas, leyes y tradiciones, como de hecho lo hizo Cristo.

El Evangelio de San Lucas nos muestra, por ejemplo, cómo Jesús para responderle al doctor de la ley ¿quién es el prójimo?, puso el ejemplo del buen samaritano, que para ayudar al hombre golpeado por los ladrones, rompió con las visiones religiosas, culturales, políticas y sociales de su tiempo (Lc. 10, 25-37). Además, como lo muestra el Evangelio, Jesús ha sido el mayor de todos los prójimos que han pasado por este mundo; de ahí las continuas complicaciones que enfrentaba con los escribas y fariseos, quienes se aferraban a sus leyes y tradiciones, no importando si dejaban a segundo término la exigencia y el sentido del amor al prójimo.

Y el mismo San Lucas, nos presenta a Jesús enseñando a una mujer: “Martha tenía una hermana, llamada María, la cual se sentó a los pies de Jesús y se puso a escuchar su palabra” (10, 39). Para los esquemas del pueblo, que un hombre platicara con una mujer, ya era tiempo perdido; pero que un maestro o profeta, como se le consideraba a Jesús, se pusiera a enseñarle a esa mujer, era una auténtica aberración. Jesús ya había mostrado su perdón a una pecadora, se había hecho acompañar de un grupo de mujeres y había curado y hecho milagros a otras; pero ahora llega al colmo, siendo el maestro se sienta a enseñar a María; desarrollando así con ella una de las actividades más sublimes y reservadas del tiempo, propias solo para ciertas élites. Pues Jesús, una vez más, rompe con los falsos esquemas, los que limitan, los que discriminan, los que esclavizan, los que sofocan la dignidad de las personas. Se sentó a enseñar a María, pues también ella es persona y los designios amorosos de Dios son para todas las personas.

Lo que Cristo hacía, sigue siendo uno de los grandes retos para el hombre actual: “poner la persona, su dignidad y su valor”, como el interés más sagrado que nos pueda mover en la vida; sin esto, seguiremos deshumanizándonos y generando falsos desarrollos y civilizaciones. Poner el valor de la persona como el máximo principio de nuestra vida, como lo hizo Jesús, es un reto para el hombre contemporáneo, que a veces se esconde en leyes para exigir, pero también para no compartir, para defenderse, pero también para atacar. Es un reto nada fácil para el hombre contemporáneo tan esclavo de los estatus sociales, de los esquemas tradicionales, de protocolos, de la imagen física, de las modas e inercias; que exige libertad y lo que más gana son codependencias. Bien podría decirnos Jesús, como a Martha: “muchas cosas te preocupan y te inquietan, siendo que una sola es necesaria” (Lc. 10, 41). Para qué violentar tanto nuestra vida, cuando Dios nos hizo libres y nos regaló la sencillez como el camino que nos acerca a Él y al hermano.

Jesús ha sido el ser más libre y quien mejor ha amado, que Él nos muestre el camino.

Pbro. Carlos Sandoval Rangel
Comparte este articulo :

0 comentarios:

Publicar un comentario

 
Soporte : Diocesis de Celaya | OFS en Mexico | Sacerdotes Catolicos
Copyright © 2013. Padre Carlos Sandoval Rangel - Todos los Derechos Reservados
Sitio creado por Pastoral de la Comunicacion Publicado por Sacerdotes Catolicos
Accionado por El Hermano Asno